
Creo que nadie que esté realmente interesado en el tema del sector eléctrico en general, y en el de la extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro en particular, debería dejar de leer el excelente libro de César Hernández Ochoa titulado "
La Reforma Cautiva", publicado por el CIDAC en el 2007.
En dicho libro, César Hernández explica con lujo de detalle y con gran capacidad analítica la situación de todo el sector eléctrico y de los problemas que afectan tanto a su desarrollo como a sus posibilidades de reforma. César también explica los incentivos a los que se enfrentan los diversos participantes en el sector, los temas jurídicos en torno a éste y le entra de frente al debate sobre el papel de la empresa pública en el sector. Su conclusión es que se trata de un tema sumamente complejo (para nada reducido a la visión simplista que se concentra en el sindicato y sus privilegios como la causa de todos los problemas de la CLyFC) y que requiere de una gran reforma integral del sector para poder abatir las ineficiencias y poder traducirlo en mejorías para los consumidores.
La síntesis de todos los problemas que César Hernández enumera y analiza con detalle a lo largo de todo el libro se muestran en el siguiente diagrama:
[Nota: Puede ampliar la imagen haciendo clic sobre ella]

Allí, como puede verse, se menciona toda una gama de factores que explican la ineficiencia y los altos costos de la electricidad en México, entre los cuales se encuentran el alto costo de los combustibles, los elevados costos y obstáculos laborales, el régimen corporativo burocratizado y la inseguridad y subdesarrollo del mercado.
Ahora bien, ¿qué propone César para enfrentar esta situación? En el capítulo 12 del libro César plantea 15 propuestas específicas que incluyen el mejoramiento de la eficiencia en Pemex, la diversificación del suministro energético, la modernización de la infraestructura, la fiscalización de las pérdidas de energía, la eliminación de la rigidez laboral mediante la subcontratación y reorganización, el replanteamiento de las pensiones laborales, el uso de criterios empresariales para compensar el desempeño, un rediseño de las tarifas que incentiven la eficiencia y beneficien al consumidor, la normalización fiscal, mejores prácticas empresariales, nuevas líneas de negocios, un esquema de subsidios que garantice el servicio universal eléctrico, un regulador fuerte, independiente y procompetitivo, la defensa jurídica y política de la apertura existente, la reestrcuturación y ampliación del mercado eléctrico.
Sobre estas propuestas, César Hernández dice lo siguiente:
"Ninguna de las quince medidas propuestas resolvería por sí sola el problema de los altos costos que enfrenta nuestro sistema eléctrico. No podría resolverse de una manera fácil, pues el problema no es resultado de un solo factor, sino la consecuencia lógica de la acumulación de múltiples ineficiencias y disfuncionalidades."
Sus propuestas parten de una premisa básica:
"A las empresas públicas habría que tratar de mejorarlas aunque solo sea porque vamos a seguir teniéndolas ahí. Al mercado eléctrico también habría que tratar de mejorarlo porque también está aquí para quedarse".
De ahí, y una vez hechas sus 15 propuestas, y sólo al final de ellas, el autor hace una reflexión sobre la posibilidad de liquidar a la CLyFC (subrayado propio):
"... la subsistencia de una empresa pública -LFC- no debe considerarse garantizada. Como lo hemos ilustrado ampliamente, varios de los problemas centrales de LFC están relacionados directamente con el SME, un sindicato que carece de incentivos reales a ceder para que LFC se vuelva más eficiente. El problema se complica porque, después de varios lustros de ceder como política en sus negociaciones con el SME, la única manera de que el gobierno recupere capacidad de reforma en LFC es que la amenaza de una solución unilateral sea creíble".
"Ante todo, la liquidación del LFC sería una medida legítima y políticamente viable. (...) Difícilmente se encontrará una empresa pública que encaje mejor en estos supuestos que LFC y difícilmente habrá un caso más defendible ante la opinión pública. En última instancia, ni el gobierno ni la sociedad puede ser tratados como rehenes del SME. No obstante, el uso de opciones unilaterales -pero legítimas-, como la liquidación y la terminación colectiva de las relaciones de trabajo, no debería hacer pensar que otras opciones radicales y al margen de la norma son tolerables; tampoco que tienen posibilidades de ser exitosas en una sociedad democrática."
Mi lectura de todo esto es que el autor considera viable no solo una reforma al sector eléctrico, sino también la existencia de empresas públicas en el sector. El autor plantea la posibilidad de liquidar a LFC, sólo en caso de que la reforma no sea viable y sólo bajo ciertas condiciones.
Es posible que la decisión de liquidar a la empresa haya sido la correcta desde un punto de vista estrictamente financiero, sin embargo, queda la duda de si no pudo haberse hecho un último intento por hacer una reforma integral, de común acuerdo con el sindicato y, sobre todo, en el marco de la renovación del contrato colectivo de trabajo en donde pudieron haberse buscado las nuevas condiciones laborales y de jubilación que menciona el autor. Es posible que, de haberse hecho en ese contexto, la aceptación pública de la liquidación de la compañía hubiera sido aun mayor. Haberlo hecho de manera unilateral, a la mitad de un conflicto sindical y en medio de un contexto económico y político tan difícil, seguramente solo complicará las cosas y elevará los costos (tanto políticos como económicos) de esta medida.
Por supuesto, los fanáticos de la mano dura, los enemigos de la empresa pública, así como todos aquellos que prefieren una versión simplificada de las cosas, siempre preferirán creer la versión oficial que reduce todo el problema de la CLyFC a una cuestión de una casta dorada de la burocracia y a los excesos y privilegios sindicales. Para todos aquellos que piensen de manera diferente, o que al menos estén dispuestos a cuestionar esas versiones tan maniqueas de la realidad, quizá estén dispuestos a adentrarse en las más de 500 páginas del estupendo libro de César Hernández Ochoa. No se arrepentirán. Se los recomiendo ampliamente.